Es frecuente que los padres acudan pidiendo ayuda porque perciben que sus hijo/as no son capaces de expresar lo que sienten o que cuando lo hacen, es de manera muy desproporcionada o descontrolada.
Sobre todo ocurre con la ira y la tristeza. Es muy desagradable ver al niño/a llorando desconsoladamente y no lograr calmarle o ver que pierde los papeles pudiendo llegar a agredir a todo lo que se encuentra a su alredeor en ese momento. Lógicamente, si esto se repite y se prolonga en el tiempo, puede provocar problemas familiares y en el resto de áreas.
A veces el problema no está sólo en el control, sino en la identificación de las emociones.
En estos casos, es primordial identificar la causa del comportamiento.
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