¿Por qué tenemos que ir a la autoescuela para poder conducir? La respuesta es obvia. Aunque sea de una manera básica, aprendemos las partes de un coche, cómo funciona, unas normas de tráfico comunes... Quizá entonces, merece la pena preguntarse si es buena idea aprender cómo funcionamos nosotros mismos, cómo pensamos, sentimos y actuamos, para después poder manejar las situaciones que nos encontremos en nuestra vida. ¿Por qué no adquirir herramientas que se han demostrado útiles para que las emociones no nos sobrepasen o bloqueen en determinados momentos?